Buscando entre mis viejos recuerdos
Encontré una antigua lámpara de aceite
Que sucia y polvorienta se hallaba
La froté pensando que de allí dentro saldría
Un genio que tres deseos me concedería
Más por mucho que rotaba nada ocurría
Tras desvanecerse esa tonta ilusión
La dejé bien pulida y limpia
Para que decorara junto a mis cuarzos
Una estantería llena de niñerías
No podía parar de observar el candil
Que en verdad os digo que encandilado me tenía
Sin saber porqué cogí dos cuarzos blancos
Y los froté con fuerza uno contra el otro
Y una extraña luz y un denso olor a azufre
Despejó mi cabeza que dormida permanecía
Fue entonces cuando brotó el genio
Que salió de la lámpara enfadado
Preguntando quién había provocado
Aquél insoportable olor de azufre
Tras hacer las obligadas presentaciones
Logré calmar al recién llegado genio
Y me dijo que ya no concedía más deseos
Pues hacía tiempo que se negaba en rotundo a ello
Ya que una mala experiencia con un pueblo ingrato
Le llevó a rendir culto a su propio mal genio
Tras insistir durante largas horas
Que me explicara dicha experiencia
Fui capaz de idea hacerle cambiar
Y al fin, a regañadientes, claudicó
Antes salía cuando frotaban el candil
Pero un humano avaro lo logró esclavizar
Y se convirtió en genio a la carta particular
Una noche la lámpara al avaro fue robada
Y quien lo conjuró no supo formular bien su deseo
El genio erró en el encargo y entonces fue despreciado
Como protesta al haber sido tan maltratado
A partir de entonces y para que le dejaran en paz
Decidió burlarse a aquellos a quienes servía
Revindicando su derecho a conceder deseos-chapuza
Desde aquél día no concedió ninguno más
Y quien algo deseó, deseó no haberlo deseado
El genio reivindicó el derecho a conceder
Auténticos bodrios a quien la avaricia le podía
El genio reivindicó el derecho a conceder
Auténticos bodrios a quien la avaricia le podía