Hace muchos, muchos años, en mi época de viajero errante
Visité un país que ya no existe, muy, muy lejos de aquí
La gente era pequeña, muy amable y alegres anfitriones
Y fueras donde fueras, siempre había cobijo para el viajero
De la noche a la mañana, las cosas cambiaron
Y un malvado duende se hizo con el poder
La gente se volvió desconfiada y por cualquier cosa peleaban
Difícilmente se saludaban y el viajero en la calle dormía
El duende se hallaba extraordinariamente feliz y contento
Porque su pueblo no dejaba de pelear entre sí
Se construyó en la montaña más alta
Una enorme y tenebrosa mansión
Nadie se atrevía a subir, estaban aterrados
Solo un desconocido valiente le hizo frente
Y sin darse cuenta se quedó encerrado
En una oscura trampa que lo dejó helado
El hombre deambulaba por la mansión
Fingiendo ser un temible fantasma
Asustando a todo aquel que era invitado
Por el propio duende que se hallaba asombrado
El hombre le hacía la vida imposible
El duende desconocía que él también duende tenía
Y su poder iba más allá de lo que el otro podía imaginar
Pues supo ocultar muy bien su personalidad
Una noche el duende una gala celebraba
Y el hombre unas cuantas bromas preparó
Humilló al duende primero y después se le apareció
Haciéndole en público jurar que a su pueblo iba a liberar
El duende reunió a su gente y les devolvió el poder
Restaurando de esta manera la sonrisa en sus vidas
Tras ser desterrado un nuevo jefe designaron
Y con alegría anunciaron al desconocido liberador
De la noche a la mañana las cosas cambiaron
Ahora de nuevo hay cobijo para viajeros como yo